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Autoevaluación

¿Qué tipo de jugador es y qué hace?

Ofertas de ayuda

El jugador recreativo = ¡sin riesgo!

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Juegas para divertirte y pasar un buen rato solo o con amigos. Tu conducta de juego no plantea ningún problema a nivel financiero, psicológico, laboral o familiar. Vienes a jugar con una suma fija de dinero y nunca gastas más, tampoco cuando pierdes. Vienes a pasar un intervalo de tiempo determinado y no te quedas más del tiempo previsto. Sabes que a largo plazo el casino siempre gana, ya que el porcentaje de retorno al jugador, es decir, el porcentaje que se devuelve a largo plazo al jugador se sitúa en torno al 80 y 97,5 %. También sabes que, cuando tienes un poco de suerte y ganas varias veces seguidas, te vas del casino con más dinero del que tenías al llegar. Cuando ganas, gastas el dinero en disfrutar de una buena comida en un restaurante o en cualquier otra cosa que nada tiene que ver con el juego. Eres consciente de que ganar de forma duradera es una esperanza ilusoria.

¡Sigue jugando así!

El jugador de riesgo = ¡Cuidado!

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Juega más de lo que te puedes permitir. Tienes atrasos de entre uno y tres meses en el pago de tus facturas. Quieres compensar las pérdidas y eso, gradualmente, te genera dificultades financieras. Jugar te causa estrés y ya no te divierte. El número de veces que acudes al casino ha aumentado considerablemente, te quedas más tiempo del habitual y vas en más de una ocasión al cajero automático. Descuidas notablemente tus relaciones familiares y contactos sociales. Te muestras reacio a hablar con tus allegados sobre las crecientes dificultades que enfrentas y estás fácilmente irritable. Crees que has encontrado un método infalible con el que vas a poder ganar al casino. Al día siguiente, te juegas el dinero que ganaste el día anterior. Déjate asesorar por nuestros responsables del programa social. Nuestro

¡Nuestra esencia de prevención puede ayudarle!

El jugador patológico o compulsivo

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En cuanto tienes dinero, vas al casino y pasas mucho tiempo allí. Llegas antes de que abran o tienes dificultades para marcharte. Juegas para compensar las pérdidas, liquidar deudas o escapar de la realidad. Jugar te atemoriza, te estresa y te deprime. Por muy inteligente que seas y por muy consciente que seas de tus actos -supuestamente-, el comportamiento «prudente» en el juego se ha convertido en algo imposible para ti. Tu estado te lleva a perder cualquier tipo de control sobre el juego. La atmósfera del casino, los sonidos y las luces, se extienden hasta tu vida privada. Mientes a tus familiares, estás en una situación de aislamiento social y desarrollas planes abstrusos con el fin de conseguir más dinero para jugar. Vuelves a jugarte rápidamente lo que ganas.

¡Solicite la autoprohibición del juego!